Estoy inundada de gente, costumbres, colores y formas. Humanos, humanos y más humanos, niños, viejos, mujeres...
Un hombre con la cabeza blanca me mira a los ojos por cinco segundos, sus ojos me traspasan. Una mujer joven y dos niños cruzan rápido la calle. Un hombre con la cara sucia camina, habla, y ríe solo.
Un paso, dos, tres...imágenes, estampas, en verdad lo disfruto; hace tanto tiempo que no recorría estas calles, que no me desprendía por breves instantes de mis dolores de cabeza, mis miedos, mis propias imágenes, sólo para vivir, percibir, caminar, observar.
Una muchacha, llena de pecas en el rostro, corta mis cabellos, me hace preguntas y me da instantes de su vida; mientras mide con sus dedos mi cabello, yo veo por el espejo su diminuta cintura de leche.
Entro a la tienda comercial. Observo a una señora de setenta años escoger una bata blanca con flores rosas, su imagen me connota a mi madre, a mi abuela.
Compro ropa interior, calzones grises, nada del otro mundo, uno trae una pequeña tortuga en la parte de adelante, el otro tiene unas letras rosas en la parte de atrás. Aunque mis calzones están muy lejos de ser sexys; el cajero parece incomodarse, le tiembla la mano al buscar el código de barras y en su desesperación casi rompe uno de mis calzones, Oh, no, que terror, pobre hombre y pobre de mí que ni siquiera voy a poder estrenarlo. Al final, y después de tanto pánico, todo termina bien, mi calzón queda intacto.
Regreso a mi casa; la Heidi, con su eterno traje amarillo y su larga cola de anillos blancos, me espera acostada en una maceta, se levanta, se estira, y camina hacia mí.
Mi papá abre la puerta.
—No dejes entrar a la gatita porque tu mamá se enoja. ¿Cómo te fue?
—Bien.
Sólo le contesté “bien”, porqué no le conté que un extraño me vio a los ojos, que en la tienda una señora escogía alegremente una bata de acuerdo a su personalidad, o que una muchacha llena de pecas me contó sus sueños mientras me cortaba el cabello.
—¿Y cómo te fue a ti, Pa?
—Bien.
Seguramente mi Papá también tiene muchas cosas de que hablar: personajes, historias, formas, voces. ¿Porqué no me las dice?; tal vez, simplemente, ninguno de los dos sabemos cómo empezar...
Un hombre con la cabeza blanca me mira a los ojos por cinco segundos, sus ojos me traspasan. Una mujer joven y dos niños cruzan rápido la calle. Un hombre con la cara sucia camina, habla, y ríe solo.
Un paso, dos, tres...imágenes, estampas, en verdad lo disfruto; hace tanto tiempo que no recorría estas calles, que no me desprendía por breves instantes de mis dolores de cabeza, mis miedos, mis propias imágenes, sólo para vivir, percibir, caminar, observar.
Una muchacha, llena de pecas en el rostro, corta mis cabellos, me hace preguntas y me da instantes de su vida; mientras mide con sus dedos mi cabello, yo veo por el espejo su diminuta cintura de leche.
Entro a la tienda comercial. Observo a una señora de setenta años escoger una bata blanca con flores rosas, su imagen me connota a mi madre, a mi abuela.
Compro ropa interior, calzones grises, nada del otro mundo, uno trae una pequeña tortuga en la parte de adelante, el otro tiene unas letras rosas en la parte de atrás. Aunque mis calzones están muy lejos de ser sexys; el cajero parece incomodarse, le tiembla la mano al buscar el código de barras y en su desesperación casi rompe uno de mis calzones, Oh, no, que terror, pobre hombre y pobre de mí que ni siquiera voy a poder estrenarlo. Al final, y después de tanto pánico, todo termina bien, mi calzón queda intacto.
Regreso a mi casa; la Heidi, con su eterno traje amarillo y su larga cola de anillos blancos, me espera acostada en una maceta, se levanta, se estira, y camina hacia mí.
Mi papá abre la puerta.
—No dejes entrar a la gatita porque tu mamá se enoja. ¿Cómo te fue?
—Bien.
Sólo le contesté “bien”, porqué no le conté que un extraño me vio a los ojos, que en la tienda una señora escogía alegremente una bata de acuerdo a su personalidad, o que una muchacha llena de pecas me contó sus sueños mientras me cortaba el cabello.
—¿Y cómo te fue a ti, Pa?
—Bien.
Seguramente mi Papá también tiene muchas cosas de que hablar: personajes, historias, formas, voces. ¿Porqué no me las dice?; tal vez, simplemente, ninguno de los dos sabemos cómo empezar...
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