
Mañana es mi cumpleaños número veintitrés y sigo sin rumbo; envuelta en palabras; perdida entre lo tangible y lo impalpable; metiendo la cabeza en la tierra, igual que una avestruz cada vez que tiene miedo; durmiendo con mi oso gris de peluche, esperando que un día él me ayude a terminar un rompecabezas o me dé las respuestas correctas de las adivinanzas más tristes.
Por el momento mi único plan es elaborar un plan, y de allí no salgo; me siento estancada, sumida en un abismo interminable; llena de fantasmas, de quimeras, de murmullos que a veces no alcanzo a interpretar.
Quisiera ser capaz de dormirme por años y descansar de mi ingenuidad absurda, de mi malicia inútil, de mis torpezas, de mis mentiras; darle a mis ojos la oportunidad de recargarse de brisa, sol y encanto.
Se acabo el asombro, la sorpresa, la magia de soplar las velas sobre el pastel y pedir un dulce deseo.
Veintitrés años, soy joven todavía, pero quizás mi alma está vieja, arrugada y fría. Puede que sólo sea melancolía efímera, hastío efervescente o perdida temporal de fe, no sé, estos días me pesan tanto... en realidad no tengo nada que festejar.
4 comentarios:
He regresado a Madrid por unos días. Apenas hoy abrí la libreta que me regalaste. A mi tampoco me gustan los cumpleaños.
Te escribo pronto.
ALBERTA MADRIGAL.
Y gracias por escribir de mí en "El Viaje"...me gusto lo de las capsulas de luz...
ALBERTA
Mujercita! felicidades, aunque no te importe tanto, o aunque por este momento no entiendas el sentido de un cumpleaños más, es pasajero, seguro. EL post es buenísimo. Te cuidas.
Que bonito texto, aunque sea triste ... Veo que todos nos sentidos confundidos de vez en cuando ..
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