Él la vio pasear por la plaza,
iba vestida de niebla,
con los cabellos sucios
y el corazón adormecido.
En vano buscó su mirada,
Ella pensaba únicamente
en pájaros muertos,
en mangos
y sombrillas.
Él juró atraparla.
Urdía el plan con devoción.
Trazó rutas,
fabricó puentes con palabras.
Y el camino se abrió.
Cansada de llorar,
Ella cosió sus parpados.
Sus piernas tomaron el control de todo
y llegó hasta Él.
Una trampa para pájaros
aplastó el corazón de la muchacha.
Sus piernas tan tristes
no pudieron escapar.
Esa tarde llovió.
Y Él, victorioso, volvió a la plaza.
3 comentarios:
Tremendo... es absolutamente sobrecogedor. No sé explicar la sensación que te queda, se queda ahí igual que esa trampa.
(Es un gozo el saberte últimamente activa creando y... cómo.)
Besos
Miguel, gracias por tus palabras, me llenan de alegría.
La realidad no se puede tapar...
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