Cada vez que cierras la puerta
crece más este vacío.
Me dejo caer sin alas,
sin escudo, sin sueños.
Estoy harta de vivir sin ti,
sin el eco de tu risa
por los rincones
y sin tu agria melancolía.
Las horas siguen
caminos zigzagueantes,
en ellas mis imágenes se entrelazan,
se levantan mis miedos.
Cuchillos en el alma y en la frente.
Lentamente, cae sobre
mi última partícula viva
una gota de ácido.
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