18 enero, 2006

SÉPTIMA CIUDAD

El hedor de un amor seco se apodera de la ciudad.
Mi tranquilidad ha quedado en ruinas.
Se escucha el canto de un pájaro que nació del fango.
Un recuerdo hueco, pálido como el marfil,
se asoma igual que una luna entre las nubes.
En mi andar descubro que una torre de engaños
adorna la avenida principal.
Me encuentro con hombres de cara sucia
y manos amplias que construyen los cimientos
de una carretera sin final.
En el parque los niños desdibujan
todas las ilusiones pintadas de amarillo.
Un girasol renace en medio del caos.
Mantengo el alma apretada,
la cabeza floja y las manos frías.
Una esperanza lacónica
se retuerce en mi vientre.

3 comentarios:

Nidesca dijo...

ese girasol siempre vale la pena.

ya veo que cambiaste de look.


se me hace que esta séptima ciudad puede quedar a las puertas del paraíso o del infierno.

besos.

mestizo (Rodolfo Gaínza) dijo...

Me conmovió cuando dices: En el parque los niños desdibujan
todas las ilusiones pintadas de amarillo.

Me duelen nuestros niños.Hay que activar la esperanza.
Es un hermoso poema, un abrazo

Alfredo Godínez dijo...

Buen cambio de look. Me gusta más.
Repito de nuevo, no sé que buscas en mis letras, si lo tuyo me supera en demasía.
Yo intento escribir, querida amiga, tú ya escribes.
Un abrazo.