Y te esperaba siempre con la certeza clavada en los huesos. La certeza de que el olvido no era rival para nosotros. Que la historia hablaría por sí sola. Y cerraba los ojos fuerte fuerte, gritando en mis adentros que tú eras el amor de mi vida, que eso no cambiaría. Y dejaba pistas, huellas para que tu regreso fuera inminente. Para que no demorarás tanto en los laberintos, en los abismos.
1 comentario:
Y es que tener fe en el amor es inevitable, aveces doloroso, aveces bello, toda una fuerza desatada.
Saludos =)
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